sábado, 21 de agosto de 2010

“Pobre el que no cambia”


Me encontré este titular en una actividad organizada por periodistas chilenos para reflexionar (y cambiar) la forma en que se cubren las noticias sobre pobres y pobreza. Me gustó el nombre de la actividad porque pasa la pelota a quienes hacemos comunicación social y producimos mensajes sobre “los pobres”, así entrecomillas. En Costa Rica sería uno de cada cinco costarricenses así que no es una cosa menuda.

El tema lo abordamos en Seminario I “Comunicación y Sociedad” de Comunicación Colectiva y luego de escuchar a los estudiantes podemos concluir:

• La pobreza debe encontrar respuestas desde la comunicación social para que la ciudadanía rompa con los estereotipos que igualan equivocadamente a la persona pobre con la inseguridad, la vagancia y la drogadicción

• Quedarse solo en la descripción de la pobreza es lo cajonero…la gente pasa frío, la gente come en la calle… ¡Claro eso es cierto! Pero que tal si buscamos la eficiencia de las políticas públicas para dar respuestas, el tratamiento del tema en los planes de los municipios, la cuantificación del apoyo del empresariado para estos temas, el destino de los tributos existentes... Describir lo que ya todos sabemos de la pobreza es superficial

• Pensar que hay que maquillar los mensajes sobre la gente pobre sería un error. De lo que se trata no es de ablandar ni suavizar la imagen sino de ser lo más exacto e investigativo posible al abordar la pobreza.

Tras analizar mensajes mediáticos encontramos que lo usual es encontrar gente que habla de la pobreza, pero la gente pobre no habla de sí misma. Hay que dar voz y también ofrecer el chance del anonimato. La gente que vive en pobreza también piensa y está en capacidad de aportar soluciones.

Me apena saber que en la década de los 60s en Costa Rica se legisló para detener a quienes pedían en la calle. Eso fue hace tan solo medio siglo. La pobreza material no es una escogencia, sino un atentado a los Derechos Humanos (todos los que Usted quiera enlistar aquí). Por todo eso, pobre el que no cambia, incluidos nosotros los periodistas.