lunes, 15 de noviembre de 2010

Jóvenes y mensajes mediáticos


¿Cómo quieren ustedes verse reflejados en los mensajes mediáticos sean éstos noticias, publicidad, campañas de relaciones públicas o producciones audiovisuales?
Así empezamos la clase de Seminario I “Sociedad y Comunicación” de la Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva de la Universidad de Costa Rica. El auditorio: más de 20 alumnos y alumnas, cuyas edades rondan las dos décadas.

Luego de oírlos, no tenía sentido aportar nada más pues el conocimiento ya existía. A continuación una síntesis, al mejor estilo de un manual de buenas prácticas, para quienes trabajan a diario con mensajes que se difunden a través de los medios de comunicación y cuyo tema es la juventud:

1. Evite los estereotipos. Aléjese de encasillar a los punks, raggas, emos, chatas, darks, entre otros, con situaciones de peligro, agresividad o violencia pero también evite caer en clasificaciones que dividen al hablar de “sub-culturas” o “contra-culturas”. Tampoco transmita la idea falsa de que la juventud equivale a los excesos. Rompa con la percepción difundida de “vagos, irresponsables e incapaces”. No ligue a toda persona joven con el alcoholismo, las drogas y el desenfreno sexual.

2. Tampoco aliente aquellas imágenes de jóvenes que cumplen con las características de belleza consumista. Esas imágenes “hermosas” alientan ideas igualmente falsas y superficiales.

3. Cuidado con la muletilla “los jóvenes son el futuro” porque podría estarse evitando su inclusión hoy como participantes activos en todo proceso de toma de decisiones. No pensar en los jóvenes como el mañana pues ese discurso ya es muy viejo. Cuando ese “futuro” prometido llegue, ya no aplicará para la generación actual.


4. Evidencie los talentos y las habilidades para separarse de los mensajes que solo apelan a “jóvenes drogadictos y violentos”. Es necesario resaltar sus aportes positivos y dignificar su condición. Además, refleje sus aptitudes para organizar proyectos, dirigir, crear y trabajar.

5. Amplíe la agenda temática para involucrar más a los jóvenes entre sí y motivar su participación colectiva. Es decir, acérquelos a cuestiones como la diversidad, el cuido del ambiente, la libertad y la solución a los problemas sociales. Esta es una práctica recomendable pues son temas que los identifican como grupo. Igualmente, las problemáticas que afectan a los jóvenes deben tener más espacio en la agenda pública, tales como: la falta de espacios de participación, de actividades culturales y deportivas a un precio cómodo. Los jóvenes también suelen involucrarse en actividades académicas como las “olimpiadas de mate o de química”, además hay interés en dar respuestas a la pobreza material y a la inequidad.

6. Cuide el tono del lenguaje para que sea actual, respetuoso, preciso y objetivo sin caer en el doble sentido de las palabras. Haga mensajes claros sin adornos. Es decir, utilice el vocabulario adecuado para ser comprendido por la mayoría.


7. Dé voz a los jóvenes pues usualmente carecen de ella. Se cree equivocadamente que su voz no es válida porque “no han vivido lo suficiente”. El mensaje no debe estar cargado de una voz adulta dominante y autoritaria. Hay que valorar la capacidad de análisis que cada joven posee, promoviendo su participación en asuntos de interés público y en todas las realidades. Hay muchos jóvenes que son opacados al hacerles pensar que valen menos. Por eso, la comunicación social debería alejar del imaginario colectivo aquella creencia equivocada de que el o la joven son personas sin opinión y que deben mantenerse al margen de cualquier proceso de toma de decisiones. Un enfoque interesante para algún mensaje sería ver a la persona joven recibiendo un trato de “voz autorizada” sobre determinado tema.


8. A los y las jóvenes no se les pueden meter en una misma bolsa. Al igual que todas las personas, hay historias, metas, valores, influencias y caminos. Refleje esa diversidad. Todo mensaje debe abordar la juventud desde la mayor heterogeneidad posible, es decir, tomar en cuenta: las etnias, las culturas, las religiones, las condiciones socioeconómicas, las capacidades especiales, etc. Un buen mensaje no debe representarlos solo con características urbanas pues existen también comunidades muy rurales.

9. Haga investigación antes de producir el mensaje para apegarse, de la manera más cercana posible, a las percepciones, conceptos, sentimientos y visión de las personas jóvenes más que a las ideas externas, usualmente adultocéntricas, que giran alrededor de sus realidades.

10. Cuando represente a la madre joven soltera, consúltela directamente antes de producir el mensaje. No todas las jóvenes que pasaron por el embarazo carecieron de información, ni tampoco fueron rechazadas por sus familias, como siempre se indica. Los mensajes deben cubrir las realidades de todas las madres solteras.

11. Aliente la producción de mensajes en la que los mismos jóvenes sean creadores de la idea y ojala hasta los transmisores.

12. Cuidado con abrir innecesariamente una brecha entre jóvenes y personas más adultas cuando en algunos mensajes se insiste en la juventud, por un lado y en la adultez, por el otro. En estos casos, es recomendable ver la juventud como parte de la ciudadanía. No trate al joven como una persona extraña y aparte de los demás, puesto que se podría correr el riesgo de exclusión apelando a la “insuficiente experiencia de vida o madurez”. Esto aplica, por ejemplo, para las manifestaciones o huelgas donde participan las personas jóvenes. En lugar de “revoltoso o rebelde sin causa” es deseable verlo como portador del derecho a hacerse oír, tal como debería ocurrir con las personas trabajadoras más adultas.

13. Respete la utilización de imágenes y opiniones de jóvenes. Explíqueles el objetivo del mensaje y pida su autorización. Por si no lo sabía, ¡Tenga en cuenta que el derecho a la intimidad también aplica para las personas jóvenes! Por lo tanto, proteja su identidad, especialmente en aquellos casos donde revelándola vulnera aún más a la persona. No utilice imágenes que denigren o perjudiquen a un joven. No lo retarte realizando actividades que puedan poner en peligro su imagen e incluso su vida.

14. Aliente una cultura y educación mediáticas para que sean los mismos jóvenes quienes opinan sobre la forma que los medios de comunicación los representan. Abra espacios para retroalimentación. Por ejemplo respecto a un anuncio sobre deserción colegial se recogió la siguiente opinión: “ Yo vivo en una zona marginal y escuché varios jóvenes tanto clase media como pobre, que “ese anuncio es exagerado”, que “sólo chamacos pipis salen”, “que lo ponen a uno como si se saliera sólo por que le da la gana”. Pienso que se ignoran otros factores sociales que intervienen en la deserción”. Otro estudiante opinó sobre las campañas de prevención de accidentes: “no todos los jóvenes somos fiesteros ni “hacemos loco”, y en muchos mensajes publicitarios muchas veces solo se muestra eso… Un ejemplo son las campañas de chofer designado o anti-fumado. Siempre son jóvenes, ¿Y los adultos de más edad no lo hacen también?”.

(Este artículo viene de las ideas de los siguientes estudiantes: Amanda Zamora, Juan Gabriel Castro, Saray Mora, Luis Sequeira, Carolina Rosabal, Diana Salazar, Nicole Forbes, Yerling Villalobos, Leonardo Ramírez, Sharely Alfaro, Juan José Rodríguez, Bolívar Rojas, Verónica Jiménez, Simón Avilés, María Luisa Madrigal, Vinicio López, Alejandro Aguilar y Juan Carlos Sibaja).