viernes, 20 de noviembre de 2015

Lecciones de un alma

Hemlata dice ser un alma, así no más. No hace falta que digan que es médica ni que dirige a los Brahma Kumaris en Trinidad y otros países caribeños. Ni su nombre hace falta. Aunque nació en India, ella se identifica más con el universo.


Tomando el riesgo de no decirlo bien, aquí están los apuntes sobre sus enseñanzas.
Si me hubieran presentado solo como un alma, ustedes se hubieran reído”. Hay una fijación por lo externo: donde nació, que estudió, donde vive. Yo soy la imagen de la felicidad, del amor. Pero, ¿Por qué no lo experimentamos?  Yo soy la energía espiritual para usar este cuerpo físico… pero empezamos identificándonos solo con el cuerpo: “soy mamá, soy hermana, soy médico”. No podemos presentarnos así. En realidad, soy un alma pero nos presentamos con extensiones y no con lo que realmente somos.

     Nos relacionamos por lo que hablamos, escuchamos; es decir, por los sentidos, pero la mejor forma sería vivir de adentro hacia afuera.

      Practicar el silencio, nos permite conectarnos con nosotros mismos, con nuestra energía espiritual.

       Hay algo más allá que este cuerpo y es el alma.  

      Cuando se maneja un carro, hay una relación entre el conductor y el carro. Se controla el carro. Soy el dueño y el controlador del carro pero si no somos conscientes de eso, puede haber un accidente. ¿Estamos manejando el carro de nuestra vida o andamos cometiendo accidentes?

      Yo soy la energía espiritual. Esa alma soy yo. Ese cuerpo es mío. Esta consciencia es fundamental para explorar los tesoros internos. Todos tenemos esa energía

     Hay dos palabras diarias que andan dando vueltas: “Yo” y “lo mío”. Pero no vemos las relaciones entre ambas. El alma es el operador  y la computadora es el cerebro, incluso el cerebro requiere de programas para trabajar. Entonces, ¿Quién piensa: el cerebro o el alma? ¿Quién decide? Es el alma, no es el cerebro. Esa es la energía espiritual. Lo que pensamos, lo que decimos son poderes espirituales, no físicos.

      Queremos paz, pureza, y rezamos en las iglesias, y Dios dice: “Ya te he dado todo, incluso antes que entrar a este mundo”. Dios, sea lo que sea, ha dado todas las cualidades. ¡Inviértalas y multiplíquelas!

         Cuando puedo desarrollar las cosas dentro de mí, puedo desarrollar relación con los demás y con el creador. Así puedo direccionar la energía.

           Somos la más elevada obra de la creación y hay creador que hemos llamado Dios. Al ser, nosotros la más elevada creación, podemos comunicarnos hacia arriba y con los otros. Esa conexión con la gente es el más grande regalo de Dios. Somos responsables para toda la creación de ese enorme regalo.

         Si te doy una flor bonita, ¿Usted la toma? Si vengo con basura hedionda, ¿Usted la toma? Si  causo sufrimiento a los demás,  moriré de sufrimiento. Pero  lo más importante es ser consciente de que si yo tomo el sufrimiento que me da otra persona, también  moriré de sufrimiento. Porque lo que sentimos, lo que pensamos y lo que escogemos es nuestra responsabilidad. No podemos decir: “Yo me siento herido debido a…” porque cada uno es responsable de los propios sentimientos.

        Hay personas que se hieren a diario unas con otras. Al final de sus vidas, piden perdón. Pero ese debe ser un ejercicio diario interno. No hay que andarlo diciendo: “te pido perdón”, “te pido perdón”. Se hace a través de la meditación. No es otra cosa que desear algo bueno de a esa persona.

            Mucha gente habla con enojo y si se toma, ese enojo es un veneno silencioso. El que da sufrimiento, tiene 40% de pecado pero el que lo toma tiene el 60% de la culpa. Y eso provoca estrés, depresión, cánceres. Perdón es la solución.

      ¿De dónde nació el miedo? Cuando uno se apega a las personas en el nombre del amor, a los animales a las cosas materiales, ahí empieza a haber miedo. Todo lo que tenemos, veámoslo como un regalo de Dios. No apegarse, usarlo como un regalo para que  no se genere el miedo.

      Amor es algo interno y debe ser expresado en las formas físicas. Pero decir: ¿No sé qué hacer sin ti? Es una sensación de miedo, miedo a perder…y la calidad de la vida se pierde. Si yo no poseo nada, no pierdo nada. Todo es de Dios yo solo lo uso, pero no soy dueño.

      Hay tres pasos para perdonar. Primero,  perdonarnos a nosotros mismos porque no lidié con una persona como debí hacerlo… No fui lo suficientemente fuerte. Segundo, perdonarse con Dios porque cometí un error. Tercero, perdonarse con la persona. ¿Cómo? Deseándole lo mejor para su vida. Luego,  uno se siente feliz, tan feliz, que tiene el sentimiento de bailar y cantar

(Fotografía de Guisele Mora de las Radioemisoras UCR)