Sardinal y Lorena son dos comunidades guanacastecas donde la mujer lidera la defensa del acceso y la distribución del agua. Pensar en el vínculo de la mujer y el agua es asegurar la solidaridad que debe orientar toda política pública sobre este recurso.
No se trata de imaginarse únicamente a la mujer frente a la pila de la cocina abriendo y cerrando el tubo, sino más bien, tomando decisiones en los comités de agua, liderando investigaciones en las universidades, asumiendo proyectos de protección de bosques y proponiendo legislación desde la comisión legislativa de ambiente.
En Lorena, Guanacaste, a inicios de la década un grupo de mujeres organizó a la comunidad ante el intento de un hotel de extraer agua del acuífero Nimboyores. En ese momento hubo conflicto, similar al de Sardinal, pero años después las empresarias hoteleras reconocieron que fue una buena lección pues las decisiones sobre el agua deben tomarse en consenso con la comunidad.
Ahora, por reportes de prensa, somos testigos de que buena parte del liderazgo comunal en Sardinal cuenta con la presencia femenina pero lamentablemente los tomadores de decisiones públicas se olvidaron de la experiencia de Lorena de años atrás.
Mediante un premio de la fundación Avina 2007, realizamos con la colega Djenane Villanueva una investigación periodística sobre la mujer agricultora, la líder comunal, la política y la empresaria que a diario toman decisiones sobre el recurso hídrico.
Descubrimos que en los comités rurales de agua hay un liderazgo femenino aunque solo el 10% de las presidencias está en manos de ellas. Nos dimos cuenta que en los proyectos de conservación de bosques, financiados por el Estado, la mujer está presente aunque a cambio no siempre recibe el reconocimiento económico ya que ella no es la dueña de la tierra. Supimos que las mujeres llaman más por teléfono a Acueductos y Alcantarillados AYA cuando hay alguna fuga en el vecindario.
También compartimos con la mujer investigadora. De una veintena de proyectos sobre el agua en la Universidad Nacional en el 2007, la mayoría estaba liderada por mujeres. Ellas argumentaban que sus investigaciones se quedaban en la academia y no se filtraban al mundo político.
Sirva el caso Sardinal para que las personas tomadoras de decisiones públicas comprendan que la solidaridad femenina debe permear siempre las políticas sobre el recurso hídrico. Ella cuida, protege, investiga y defiende el agua. Es justo también que la mujer decida sobre el recurso.
En países como Uganda la participación de las mujeres en todos los órganos de decisión sobre el agua está asegurada por ley. Cuando el agua falta quien más se preocupa es la mujer por eso el reconocimiento constitucional de que el agua es un derecho humano y no como un bien de consumo masivo es un acto solidario con quienes aún no nacen de los vientres femeninos.