viernes, 1 de julio de 2022

Urbanidad en tiempos de Guasap

 La “urbanidad” con todo y su enfoque clasista, citadino y conservador;  nos sirve ahora para robarnos las mismas reglas de socialización durante los  tiempos del Guasap. 


Si antes el tema era enseñar a cruzar la pierna para tomar el té, ahora lo que importa es controlar la cantidad de horas que pasamos sentados revisando cuanta tontería llega al celular y lo más preocupante, dejar de hacer cosillas elementales: sonreír, ver a los ojos, saludar.

Si antes, el manual de urbanidad apuntaba a cómo usar el pañuelo para estornudar, el foco actual debería recomendarnos a evitar los regueros – similares a estornudar con la boca abierta- que hacemos de cuanto video, meme o foto compartimos a diestra y siniestra.


Aprendimos con el manual de urbanidad a cómo disponer los servilletas y comportarnos en la mesa, pero ahora olvidamos que los tiempos de comida son para hablar sin tener que estar embarrando la convivencia con las alertas personalizadas y  los tictoqueros

¿A quién le toca abrir la puerta del carro? Ya los sabemos, gracias a los manuales de urbanidad del siglo pasado en aquel mundo idílico... Ahora, envalentonados desde nuestras redes,   reventamos a diario las puertas de nuestro activismo para  imponer mi visión de mundo: la única, la perfecta.

Mis nobles saludos  mañaneros por el guasap - que quizás nos unen con gente que de otra manera no  contactaríamos – me podrían peligrosamente llevar a pensar que  ya sustituyen el  humano “Buenos días” cara a cara con bostezo incluido.

Semejante creencia guasapera  nos puede alejar del contacto físico con el otro y emborracharnos de una socialización digital que ya  la ponemos en práctica igual para terminar una relación, igual para darle un pésame a un amigo.

Si la urbanidad de abolengo nos enseñó años atrás a evitar monopolizar la palabra al momento de sentarse a conversar, ahora también hay que darle la bola a mis "amiguis del guasap o del feis" aunque piensen distinto. Solo así romperemos la peligrosa burbuja que nos ahoga.