jueves, 29 de septiembre de 2022

Soñar y hacer (con menos chunches)

 Soñar una comunidad limpia lo mueve a uno a recoger los desechos que los vecinos sacan de sus casas:  televisores (incluidas pantallas planas), juguetes, sillones, lavadoras y por supuesto, inodoros.

Organizaciones comunales apoyan con la descarga de materiales

Guantes en mano y gente con la misma aspiración, la recolección de desechos no tradicionales fluye en La Fortuna de San Carlos (costa Rica). 

Estamos escudados eso sí, en el trabajo coordinado de organizaciones como la Asociación de Desarrollo (y el comité Bandera Azul), el Ministerio de Salud, el acueducto comunitario y la Municipalidad.

El cuido del ambiente empieza por la limpieza de nuestras casas. 

Pero más que “soñar” con un país y un planeta limpio, lo importante apunta al ” hacer” día a día desde mi propia realidad… pero bueno, meterle un poco de poesía e ilusión a la vida, quizás sea ese motor necesario para alinearse con el consumo responsable que hacemos hoy en el súper o la tienda.

El colega que maneja el camión del Acueducto, entre parada y parada para recoger lo que encontramos en la acera, me cuenta que hace dos meses y también hace cuatros meses atrás, la cantidad de chunches era la misma en los mismos lugares.


Uno se pone a pensar si la práctica de limpiar las casas va aparejada del cambio de comportamiento… 

Deshacerse de chunches innecesarios (“chunche” en Costa Rica  significa cosa)  es solo el primer paso para convencerme que a partir de ahora, compraremos solo lo necesario.

martes, 20 de septiembre de 2022

En busca de los ojos del Papa

Ver por primera vez al Papa cara a cara o verlo a través del lente de una cámara fue un asunto pensado y decidido  de antemano. No tenía sentido inmortalizar ese momento con la mejor foto posible sin haber buscado siquiera la conexión visual de semejante protagonista en un evento que quizás ocurre una vez en la vida de nosotros los terrícolas.

Pensé que valía más el intento  de buscar el ojo a ojo por encima de la ya obsesiva práctica de grabar y tomar fotos de todo y en todo lugar.

Estaba por tener al frente a una figura carismática: un latinoamericano que por segunda vez desde el inicio de su papado, regresaba a Latinoamérica provocando emociones, multitudes y corre corres. Había madrugado , cuando todavía  estaba muy oscuro, para esperarlo.

Mi decisión de no fotografiarlo a través del visor de la cámara, tampoco fue que me llevó a guardar la cámara en el maletín y a quedarme sentado mientras ocurría el ansiado momento en una fría madrugada de febrero. Empecé a entrenar un movimiento de mi brazo, tipo grúa, de abajo hacia arriba para que con mi brazo estirado, lo más arriba posible y en picada, empezar a disparar a lo loco, sin que yo estuviera viendo a través del visor… ¡A ver qué quedaba! Practiqué el movimiento una y otra vez. Ese ejercicio me liberaba, entonces, la cara y me dejaba libre la mirada para buscar la del Papa.

Aunque parezca que nacimos con la posibilidad de fotografiar y hacer videos de todo, en realidad esta costumbre – ya  más arraigada que decirle un “buenos días” al vecino-  apenas supera poco más de una década y ese episodio con Francisco fue en el 2016. Es decir, estábamos a la mitad de esta vorágine de creernos, segundo a segundo, los  reporteros gráficos de nuestra propia e íntima cotidianeidad.

Es una práctica masificada de niños, jóvenes y adultos mayores. Ayer en el funeral de Isabel II – 19 de setiembre del 2022- más que la corona encima del ataúd, lo que realmente llamó la atención en las transmisiones en vivo fue la multitud con el celular en mano, lista para grabar videos y tomar fotos.

La preocupación humana ahora consiste en inmortalizar una imagen  y por supuesto, compartirla  de inmediato, para buscar el reconocimiento virtual que ya vale más que un abrazo apretado. Atrás quedó el vivir y sentir la emoción del momento en la más apasionada intimidad. A ver… Es posible ambas cosas (tomar foto y sentir emoción), pero la práctica de grabar o fotografiar diluye la atención del hecho o del personaje que nos hace revolotear mariposas en el estómago.

Este es todo un cambio de paradigma -dirán  los sociólogos y hasta antropólogos-  en la historia contemporánea del homo erectus porque ya  no es solo  inmortalizar la pompa del funeral de una reina, aplica también para el nacimiento de un niño, una sopa de verduras, un accidente de tránsito, el cumpleaños de la abuela, un amanecer en la montaña…

Regresemos al zócalo. México DF, 13 de febrero del 2016. Horas de espera a la llegada del Papa. “Con una miradita me conformo”, decía uno de los carteles  que mejor ilustran este cuento. Los guardaespaldas se adelantan al papamóvil, yo levanto el brazo y por lo tanto, la cámara. Uno de los guardaespaldas  reaccionó a  mi movimiento y a los clicks que de ahí salen al ritmo del movimiento de mi dedo. 


La foto más cercana al Papa,  solo tiene clavados los ojos del guardaespaldas….

Al día, siguiente en otro lugar pero ya con menos emoción,  aprendí que la cámara hace ráfagas de fotos, casi  como haciendo cine, con un solo click .Ya no había otra opción: ¡Logré la miradita del Papa! Bueno, en realidad Francisco vio al lente  pero nunca  a mí...

jueves, 8 de septiembre de 2022

Hablar del suicidio en los medios

 Se me movió el piso al escuchar que es conveniente hablar del suicidio en los medios de comunicación… “Hablar, pero hablar bien”, reaccioné en una capacitación para periodistas. Ahora reflexionando sobre el sentido de mis palabras;  lo que debería haber dicho era: “hablar de la manera adecuada”.

Me martillaba la recomendación de años atrás de algunos medios que por autoregulación ética, no cubrían el tema del todo.  Para seguir siendo precisos,  periódicos y  algunos noticieros evitaban todas historias de  muertes por esa causa.

Sin embargo ahora los números nos golpean;  más cuando llegamos a ver las edades de quienes más lo consuman:  la población joven . Las cifras, da igual si locales, nacionales o mundiales,  exigen respuestas y enfoques concretos de quienes construyen historias que serán consumidas masivamente por otros.


En momentos donde andamos  con un celular que toma fotos y hace video, es una tarea compartida. Sin ánimo de diluir la responsabilidad, siempre la prensa profesional tiene un mandato para hacerlo mucho mejor que cualquier ciudadano que no mide la responsabilidad de circular una imagen sin pensar en el daño  emocional que ocasiona no solo en las decenas de grupos de WhatsApp en las que está metido, sino en la familia, los compañeros y amigos de la víctima.

Este taller para periodistas organizado por la Instancia Local para el Abordaje del Comportamiento Suicida ILAIS de Florencia de San Carlos (Alajuela) y por el Ministerio de Salud de Costa Rica es entonces un muy buen inicio para alentar una cobertura que construya diálogo, que tenga el foco encendido sobre  las opciones de acompañamiento en lugar del hecho mismo, y por supuesto, que deje de lado la teoría del periodismo que nos dice que ante una noticia siempre hay que contestar: el qué, el quién, el cómo, el dónde y hasta el por qué. ¡Nada de esto funciona cuando se trata de un suicidio!

Cada suicidio obedece a una historia muy particular, que al calor de la dolorosa situación, ni el más gato de los periodistas, podrá contarla ni documentarla como corresponde. Lo importante más bien es recordar minuciosamente los pasos para buscar ayuda. En Costa Rica funcionan el 911 y hasta una línea de WhatsApp 89 89 11 47 para gente joven.  


Vale también orientar a las familias a identificar conductas de riesgo (cambio de rutinas, deshacerse de pertenencias, estar en drogas, hacer cosas arriesgadas y despedirse con efusividad)  para responder a esas alertas mediante la confrontación directa a la persona sobre sus planes.

Es útil que las historias periodísticas potencien la necesidad de políticas públicas para que cada vez más, los factores de protección superen a los factores de riesgo. Aquí, enlistamos: la necesidad de más espacios gratuitos para el deporte, mayor promoción de hábitos alimenticios saludables,  más apoyo institucional amigable con las familias y un gran etcétera.

¿Y el suicidio de la gente famosa? Hay que tomarlo con pinzas porque esos eventos pueden desencadenar situaciones similares en personas impactadas por los detalles innecesarios de una información que fácilmente se viraliza por las redes sociales.

 La cobertura del suicidio exige conocimiento y mucho tacto, tal como debe ocurrir en las intervenciones periodísticas cuando hay emergencias naturales o violencia machista en los hogares. Por eso, ese  “traductor” profesional entre el hecho y la audiencia es y seguirá siendo clave al hablar del suicidio.