martes, 20 de septiembre de 2022

En busca de los ojos del Papa

Ver por primera vez al Papa cara a cara o verlo a través del lente de una cámara fue un asunto pensado y decidido  de antemano. No tenía sentido inmortalizar ese momento con la mejor foto posible sin haber buscado siquiera la conexión visual de semejante protagonista en un evento que quizás ocurre una vez en la vida de nosotros los terrícolas.

Pensé que valía más el intento  de buscar el ojo a ojo por encima de la ya obsesiva práctica de grabar y tomar fotos de todo y en todo lugar.

Estaba por tener al frente a una figura carismática: un latinoamericano que por segunda vez desde el inicio de su papado, regresaba a Latinoamérica provocando emociones, multitudes y corre corres. Había madrugado , cuando todavía  estaba muy oscuro, para esperarlo.

Mi decisión de no fotografiarlo a través del visor de la cámara, tampoco fue que me llevó a guardar la cámara en el maletín y a quedarme sentado mientras ocurría el ansiado momento en una fría madrugada de febrero. Empecé a entrenar un movimiento de mi brazo, tipo grúa, de abajo hacia arriba para que con mi brazo estirado, lo más arriba posible y en picada, empezar a disparar a lo loco, sin que yo estuviera viendo a través del visor… ¡A ver qué quedaba! Practiqué el movimiento una y otra vez. Ese ejercicio me liberaba, entonces, la cara y me dejaba libre la mirada para buscar la del Papa.

Aunque parezca que nacimos con la posibilidad de fotografiar y hacer videos de todo, en realidad esta costumbre – ya  más arraigada que decirle un “buenos días” al vecino-  apenas supera poco más de una década y ese episodio con Francisco fue en el 2016. Es decir, estábamos a la mitad de esta vorágine de creernos, segundo a segundo, los  reporteros gráficos de nuestra propia e íntima cotidianeidad.

Es una práctica masificada de niños, jóvenes y adultos mayores. Ayer en el funeral de Isabel II – 19 de setiembre del 2022- más que la corona encima del ataúd, lo que realmente llamó la atención en las transmisiones en vivo fue la multitud con el celular en mano, lista para grabar videos y tomar fotos.

La preocupación humana ahora consiste en inmortalizar una imagen  y por supuesto, compartirla  de inmediato, para buscar el reconocimiento virtual que ya vale más que un abrazo apretado. Atrás quedó el vivir y sentir la emoción del momento en la más apasionada intimidad. A ver… Es posible ambas cosas (tomar foto y sentir emoción), pero la práctica de grabar o fotografiar diluye la atención del hecho o del personaje que nos hace revolotear mariposas en el estómago.

Este es todo un cambio de paradigma -dirán  los sociólogos y hasta antropólogos-  en la historia contemporánea del homo erectus porque ya  no es solo  inmortalizar la pompa del funeral de una reina, aplica también para el nacimiento de un niño, una sopa de verduras, un accidente de tránsito, el cumpleaños de la abuela, un amanecer en la montaña…

Regresemos al zócalo. México DF, 13 de febrero del 2016. Horas de espera a la llegada del Papa. “Con una miradita me conformo”, decía uno de los carteles  que mejor ilustran este cuento. Los guardaespaldas se adelantan al papamóvil, yo levanto el brazo y por lo tanto, la cámara. Uno de los guardaespaldas  reaccionó a  mi movimiento y a los clicks que de ahí salen al ritmo del movimiento de mi dedo. 


La foto más cercana al Papa,  solo tiene clavados los ojos del guardaespaldas….

Al día, siguiente en otro lugar pero ya con menos emoción,  aprendí que la cámara hace ráfagas de fotos, casi  como haciendo cine, con un solo click .Ya no había otra opción: ¡Logré la miradita del Papa! Bueno, en realidad Francisco vio al lente  pero nunca  a mí...

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