En los tiempos del post-COVID
En medio de la
emergencia sanitaria del 2020, Édgar Silva me acompañó entonces a la clase
virtual con los estudiantes limonenses del curso Comunicación para Otras
Carreras que se imparte, ahora a distancia, en la sede Caribe de la Universidad
de Costa Rica.
Pasamos un rato
bonito y también aprendimos mucho del colega quien con más de un cuarto de siglo, ha demostrado
que la palabra hablada es una herramienta para que la gente viva mejor
“Yo soy el único
responsable al momento de hablar”, sentenció Silva. Es decir, es inválido excusarme
en el “¿Me entendió?”. A partir de ahora, esta generación de universitarios
tendrá en mente, primero, “el ¿Me di a entender?”
Los mensajes
provocan más y mejor cambio si primero salen del corazón y luego, pasan por la cabeza.
Esto quiere decir que las emociones además de memorables, favorecen más
fácilmente los cambios de actitud que es en última instancia lo que persigue la
comunicación interpersonal, sea cara a cara o a través de algún chunche mediático.
Debo escarbar,
como una gallina (le agregaría yo), en las características del público al que
me dirijo. No se trata de tener personalidad múltiple pero sí urge nivelar mis
palabras a mi audiencia. Los tecnicismos del mundillo académico deben quedarse
ahí escondidos y dar pie, a la fluidez cotidiana con la que las personas se
volverán a comunicar, luego del COVID, en la parada, el mercado, los pasillos
de la U, la iglesia, el bar.
La velocidad con
la que hablamos debe ser un referente consciente de cada uno. “Lo importante decirlo
des- pa – cio”, nos recomienda Édgar.
Aunque es
periodista, Silva recuerda que al hablar no doy información sino primero trato
de conectar con la otra persona. Si no lo logro, de nada sirve que mi mensaje
sea el mejor, el más completo, el más novedoso. Conectar implica también verse a los ojos,
mover las manos, darle vida al cuerpo.
Sin duda cuando
pase la emergencia del COVID-19, vale la pena pulir nuestra comunicación interpersonal y
poner en práctica los consejos de Édgar (quizás algunos ya aplican para la
obsesiva oleada de audios de guasaps).
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